El fútbol dejó de
ser un deporte. Poco y nada queda de esa “dinámica de lo impensado” tal como
definió este juego Dante Panzeri. Ahora está todo pensado, digitado, afectado
por y para el negocio del fútbol. Bilardo defendía esa idea de que el partido
se juega también afuera de la cancha. Bueno, ahora en la cancha se pone en
juego y juega todo lo que antes estaba afuera. Hubo una invasión de campo
planificada y orquestada para asesinar al fútbol, y quedarse con el botín de
los jugadores y del negocio multimillonario que manejan unos pocos
gambeteadores del show.
Se jugó una nueva
final de la Copa Argentina y el árbitro Diego Ceballos y al juez asistente
Marcelo Aumente decidieron que Boca Juniors sea el campeón y no Rosario
Central. Porque anularon mal un gol de Rosario y cobrando un penal inexistente
a favor de Boca. Se dijo de todo, la AFA suspendió a los árbitros, los árbitros
alegaron su inocencia, la jauría periodistas deportivos llenaron horas multimedias
para decir nada y justificar todo, etc., etc., etc. Pero el torneo lo ganó Boca
Juniors injustamente y en base a un vicio insalvable que torna el resultado
nulo de nulidad absoluta. Y esto es algo que ni los hinchas de Boca discuten.
Es más, Carlos Tevez dijo después del partido: "pensé en jugar la final
otra vez, a mí tampoco me hubiese gustado perder así"
Tal vez se piense
que, como dijo el presidente de la AFA Luis Segura, “fue una desgracia”. Pero
una desgracia es una situación excepcional, aún para el negocio del fútbol. ¿Acaso
Segura admite que el fútbol vive en un estado permanente de desgracia? El
fútbol no vive, esta muerto y las pruebas siguen: ayer mismo el Club Atlético
Independiente, que peleaba una plaza en la liguilla Pre-Libertadores, ganó su
partido a Vélez Sarsfield porque el árbitro Penel sancionó un penal a su favor por
haberle pegado un pelotazo en la cara al defensor Desábato, que le dejó la
nariz ensangrentada como muestra irrefutable de que no había desviado el
transcurso de la pelota con la mano. Y, como si fuera poco, ¡expulsó a un
jugador de Vélez por protestar!
Sin ir más lejos
ayer también a Racing Club, en el partido que jugó de visitante contra Tigre,
el árbitro Fernando Espinoza le anuló un golazo de Oscar Romero porque el juez
de línea, Maximiliano Del Yeso, sancionó una posición adelantada que no existió.
Se dirá que el
error es humano. Pero cuando el error es recurrente, sistemático y sostenido,
el error está en el diagnóstico del supuesto error y resulta entonces más
adecuado a la realidad definirlo como una estafa. Más aún si tenemos en cuenta
que están los medios disponibles para salvar ese “error humano”, como se hace,
por ejemplo, en el Rugby con el monitor que ayuda, justamente, a evitar un
fallo erróneo al árbitro.
Pero no se quiere
corregir los errores y, a cambio, se alega falsamente que lo lindo del fútbol
está en la confusión y en la polémica. ¡Lindo será para los que se roban el
fútbol! Para el socio que religiosamente paga su cuota o el aficionado que paga
su entrada es lisa y llanamente una estafa.
Y la estafa es la
regla. Las corporaciones del fútbol defienden a sus brazos ejecutores del
fraude en las canchas, también en sus alrededores, en los medios de
comunicación, en las oficinas oscuras de la AFA.
Muchachos, el
fútbol ha muerto y todos los domingos lo velamos. Y si es cierto que la
esperanza es lo último que se pierde, en este caso solo nos queda rezar por un
milagro que lo resucite.
Nelson Pascutto
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