Hace unos años conocí la historia de Natalia Kohen,
artista plástica argentina, escritora y mecenas cultural, viuda de uno de los
empresarios farmacéuticos más ricos del país cuya empresa "Argentia"
fue vendida en 190 millones de dólares, sí, rico en serio.
Lo que le ocurrió a Natalia me pareció tristemente
fascinante en ese momento y hoy se me dio por contarlo, en medio de la “Manes
Manía”, a quien quiera leer.
El
13 de junio de 2005 Natalia Kohen, de 87 años en ese entonces, desapareció sin
dejar rastro. Una semana más tarde, después de haber removido lugares tan
comunes como cielo y tierra, uno de sus amigos recibió un llamado nocturno poco
común. Era ella, Natalia, que llamaba para decirle: “Edgardo, mis dos hijas me
encerraron en un psiquiátrico en contra de mi voluntad”. Según su relato, la
habían internado en una conocida clínica del ramo a la fuerza, mediante
diagnósticos médicos muy discutibles, con orden judicial y con la prohibición
de recibir visitas de ningún tipo, incluyendo a su abogada. Mediante un
ingenioso sistema de correos y llamadas logró filtrar el bloqueo y denunció que
estaba prácticamente secuestrada.
Natalia
tiene hoy tiene 97 años y hacia el final de su vida vivió un episodio digno de
un thriller de suspenso.
En
realidad todo comenzó cuando fallece su esposo y su hija mayor Nora se hizo
cargo de la empresa familiar. Desde su Fundación Natalia continuó colaborando
con proyectos de amigos artistas y de hecho en 2005, quiso aportar dinero a un
proyecto dirigido por Clorindo Testa destinado a crear un centro cultural en el
Paseo de la Infanta. Sus hijas se opusieron firmemente, dijeron que querían
estafarla, pero Natalia descubrió que en realidad era porque toda su fortuna
estaba a nombre de su hija mayor, quien había hecho ese traspaso sin decirle
nada.
Ante
eso consultó a una abogada que le aconsejó actuar cuanto antes, porque “sus
hijas la van a querer encerrar”. Natalia no le creyó. A los 3 días Nora llegó a
su casa acompañada de su marido y 7 enfermeros que la cargaron en una
ambulancia asegurando que ella estaba muy enferma. La llevaron a INEBA, una
clínica psiquiátrica de lujo.
“Mi
llegada fue traumática. Me había puesto un saquito de piel, estaba bastante
fresco. Me dejaron en un lugar sola, yo estaba terriblemente abatida y cansada.
Escuchaba en otro cuarto las voces de mis hijas. Vino una enfermera, me dieron
algo y se ve que me durmieron. A la mañana siguiente me desperté, todavía
vestida con el saquito, en un dormitorio.
–¿Cómo fue su estadía allí?
–Era
una vida bastante reglamentada, con horarios para levantarse, desayunar... Me
medicaron como si estuviera enferma, pero yo estaba sana, de manera que me
estaban idiotizando. Y uno convive con gente enferma. Había una muchacha de
unos 35 años y una mentalidad de ocho que se pasaba llorando y pidiendo por la
mamá, gente que gritaba de noche, una que se quería cortar las venas...”
Natalia logró escapar de la situación
utilizando métodos de película para contactar a algunos amigos que, finalmente,
la ayudaron a salir del encierro.
Ahora
bien ¿Cómo una persona sana termina internada en una clínica neuropsiquiátrica,
sobremedicada, incomunicada, y prácticamente secuestrada?
Facundo
Manes fue el neurólogo que avaló la internación de Natalia Kohen emitiendo un
certificado que permitía promover el proceso por insanía, bajo el diagnóstico
de demencia frontotemporal o “Enfermedad de Pick”.
En
el momento en que se abrió la causa, desde el Fleni informaron que no existía
constancia de que Facundo Manes haya evaluado a Natalia. Ante ello se conoció
un nuevo certificado, pero esta vez no firmado por Manes sino por Griselda
Russo, una médica que trabajaba en el Fleni.
Debido
a las incoherencias los abogados de Natalia promovieron proceso penal en contra
de los dos médicos.
“Facundo
Manes me endilgó una enfermedad que se llama enfermedad de Pick. Pero yo estaba
sana. Me hizo internar en un neuropsiquiátrico y en sus declaraciones dijo que
me hizo los estudios en Fleni, donde trabajaba antes, pero ahí ni siquiera
tienen mi historia. Sólo usó los papeles de esa institución”, escribió Natalia.
El
caso derivó en un proceso penal de varios frentes, un juicio por insania que
tiene en evaluación constante a Natalia, un proceso contra la hija mayor de
Kohen por “simulación” debido al traspaso de los bienes y el juicio contra los
médicos Facundo Manes y Griselda Ruso. Los cargos que los abogados plantean son
que se emitieron “certificados falsos que permitieron que se privara de su
libertad a una persona y que se la medicara contra su voluntad” y en el caso de
Manes, “instigación sobre Russo para que emitiera un certificado falso”. Esto
se debe a que la doctora Russo admitió ante un escribano que no vio a la
paciente, sino que produjo el certificado “a requerimiento expreso” de su jefe,
el doctor Manes, y exclusivamente sobre “manifestaciones clínicas y
diagnósticas que el doctor Manes le refirió verbalmente en esa oportunidad” y
un estudio tomográfico que le facilitó.
En 2006 Natalia fue homenajeada por un
Teatro Maipo repleto de artistas que además le dieron su apoyo durante el
momento más duro de su vida. “Al final del acto China Zorrilla subió al
escenario con un ramo de flores, probablemente muchos pensaron en Elsa y Fred,
esa película que protagonizó donde a una pareja mayor se le daba por enamorarse
y pasarla bien, para escándalo de la familia, que temía que dilapidaran sus
bienes. La propia Zorrilla lo puso en palabras: “Si se filma tu historia –le
dijo a Natalia– me gustaría hacer de vos”.
La
historia se filmó, es un documental titulado “Yo, Natalia”. Allí la propia
artista cuenta lo que ocurrió y desde el comienzo se pregunta “¿No será un
mito eso de que los hijos tienen que querer a los padres?”
Vanina Del Valle González, octubre 2016.
FUENTES: http://www.pagina12.com.ar/diario/s... http://www.pagina12.com.ar/diario/s... http://www.pagina12.com.ar/diario/s... http://www.pagina12.com.ar/diario/s...
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