En referencia a la nota publicada en el diario La Nación el 21 de septiembre de 2016 titulada: ¿Por qué el kirchnerismo quiso denigrar la figura de Domingo Sarmiento?, me
gustaría compartir con los lectores la siguiente reflexión:
Durante su presidencia (1869-1974),
Sarmiento avaló y promovió los fusilamientos sin juicio previo ni sentencia judicial
alguna, y hasta ordenó la aplicación de leyes monárquicas para diezmar
compatriotas (elegir a la suerte uno de cada diez y fusilarlo), como fue en el
caso del intento de fuga de un contingente entrerriano en el fortín de Loncogüé
o el fusilamiento de Zacarías Segura en San Luis; hechos que merecieron un
encendido debate en el senado de la nación. Estas acciones no fueron consecuencia
de simples “exabruptos propios de su carácter volcánico”. Designado por Mitre
como Director de la Guerra contra el Chacho Peñaloza, llevó adelante una
sangrienta guerra de policía que terminó con la decapitación del caudillo
federal, cuya cabeza fue exhibida sobre una estaca en la plaza de Olta y que
Sarmiento celebró diciendo que aplaudía el asesinato especialmente “por la
forma”. Respecto de la guerra del Paraguay (llamada de la triple alianza o
triple infamia) al enterarse de la muerte del Mariscal Solano López, escribió a
su amiga Mary Mann que fue “providencial que un tirano haya hecho morir a todo
ese pueblo guaraní; era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia
humana”. Opinión que extendió, como es conocida, a nuestros gauchos a quienes
juzgaba útiles solo para abonar la tierra con su sangre.
La figura de Sarmiento, notable y
polémica, desde siempre tuvo sus defensores que valoraron su exquisita pluma y
las medidas que transformaron el país durante su gestión presidencial, pero
también hubo grandes detractores como el autor del Martín Fierro o el mismo diario La Nación, que atacó y denigró a Sarmiento durante los seis años de
su gobierno.
El diario “La Nación Argentina” que
funcionaba en la casa de Bartolomé Mitre y que a partir del 4 de enero de 1870 pasó a llamarse “La Nación”, fue el órgano de
difusión política de los partidarios del mitrismo o “cocidos”, como
despectivamente se los llamaba, y un despiadado crítico de la presidencia de
Sarmiento.
El mismo sanjuanino desde la Casa
Rosada escribía: “Don Bartolo me molesta por los medios imaginables, y él se ha
encargado de cuanta cuestión desmoralizadora pueda presentarse. La Nación, usted recuerda, fue la que
sacó los fusilados de Sandes para herirme. Se sublevaron los bandidos que mandó
Urquiza [los fusilados en Loncogüé]: Don Bartolo alegó que no hubo concejo de
guerra […] que era un asesinato.” (carta a al General Rivas, 1869)
Incluso la virulenta oposición de Mitre
y su diario, llevó a Sarmiento a descargarse en una carta enviada a su amiga
Mary Mann, escribiendo: "Los que sirvieron al General Mitre [...] tienen
un diario que apura todos los medios para suscitar resistencias y dificultades,
no economizando la calumnia, el ridículo y las imputaciones más odiosas".
Y habiendo sufrido un intento de golpe de estado encabezado por Mitre, tres
días después de entregarle el mando a Nicolás Avellaneda, finalmente concluyó: "[...]
la difamación, la anarquía y la calumnia vomitadas toda las mañanas por
aquellos albañales de la casa de don Bartolomé Mitre, que se llamaban Nación
Argentina [...], nada han podido en seis años [de mi gobierno]" (en diario
La Tribuna)
Son las consideraciones del historiador
Miguel Ángel de Marco las que se basan en el maniqueísmo que él mismo denuncia;
y las que olvidan, o soslayan, que las críticas a Sarmiento no son de ahora ni
provienen siempre de los mismos sectores ideológicos. Prueba de ello es que
este mismo diario La Nación, que ahora levanta al sanjuanino como bandera, lo
atacó, denigró y hasta intentó derrocarlo.
Sergio Carciofi,
autor de "Loncogüé. Los fusilados de Sarmiento";
Ed. Punto de
Encuentro, 2016.
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