Andrés Merlos, ¿árbitro o parte? |
El fútbol argentino hace mucho tiempo ya que padece de sus arbitrajes. El árbitro de fútbol se erigió como un protagonista de los resultados, de los escándalos, de las provocaciones al público, de la farandulización en los medios de comunicación que construyen programas con sus polémicas. Hasta sustituir al juego mismo. Es inútil que un club haga el esfuerzo de contratar jugadores, técnicos y que el plantel entrene y diseñe un estilo de juego en la semana para desplegarlo normalmente, sin que tenga en cuenta la acción y omisión decidida del arbiraje. Que los jugadores se tiren y simulen faltas no es culpa de los jugadores y técnicos, es responsabilidad de la incapacidad, desidia y mala intención de los árbitros de fútbol. Ejemplos hay en todas las canchas todas las semanas, pero como soy hincha de Racing estoy especialmente atento a las injusticias sistemáticas, casi premeditadas que propinan los árbitros del fútbol argentino todas semanas y desde hace años a nuestra querida Academia.
Hoy Racing perdió 3 a 1 en el Coliseo de Cemento contra Lanús, contra sus propias ideas y deficiencias y, particularmente, contra los innumerables errores del pésimo árbitro Andrés Merlos. Cuatro penales no le cobró a Racing:
agarrón de la camiseta a Lollo, falta clarísima a Centurión que le patean el pie de apoyo y lo tiran dentro del vértice del área, dos manos de los defensores de Lanús en el área, en especial la mano de Marcos Pinto que fue casi idéntica jugada que mereció el penal que sí cobro a favor de Lanús y que terminó por definir el resultado a favor del equipo granate. A la luz de los casi siempre, salvo muy contadas honradas excepciones, absurdos y ridículos análisis y elucubraciones de los comentaristas periodísticos, siempre me pregunté ¿cuál es la medida de valoración de una falta en este contexto de protagonismo arbitral? Porque jamás se ajustan a los reglamentos y confunden de manera flagrante a los hinchas que no hacemos más que discutir si "fue o no fue". Para encontrarle cierta lógica me esfuerzo en suponer que, quizá en la cabeza de estos mamarrachos que dirigen arbitralmente los partidos, tengan un mínimo sentido de la conmutatividad. Entonces pienso, si cobra una mano casual en un arco, también la cobra en el otro. Si saca amarilla en un tipo de falta, también saca amarilla al siguiente mismo tipo de falta. Si expulsa a un jugador por ir con los dos pies para adelante sobre las canillas de otro jugador, también expulsará a otro jugador que repita la misma falta. Entonces, en el partido de hoy, si fue penal la mano de Gastón Díaz, también fue penal la mano de Marcos Pinto. Pero no fue así.
agarrón de la camiseta a Lollo, falta clarísima a Centurión que le patean el pie de apoyo y lo tiran dentro del vértice del área, dos manos de los defensores de Lanús en el área, en especial la mano de Marcos Pinto que fue casi idéntica jugada que mereció el penal que sí cobro a favor de Lanús y que terminó por definir el resultado a favor del equipo granate. A la luz de los casi siempre, salvo muy contadas honradas excepciones, absurdos y ridículos análisis y elucubraciones de los comentaristas periodísticos, siempre me pregunté ¿cuál es la medida de valoración de una falta en este contexto de protagonismo arbitral? Porque jamás se ajustan a los reglamentos y confunden de manera flagrante a los hinchas que no hacemos más que discutir si "fue o no fue". Para encontrarle cierta lógica me esfuerzo en suponer que, quizá en la cabeza de estos mamarrachos que dirigen arbitralmente los partidos, tengan un mínimo sentido de la conmutatividad. Entonces pienso, si cobra una mano casual en un arco, también la cobra en el otro. Si saca amarilla en un tipo de falta, también saca amarilla al siguiente mismo tipo de falta. Si expulsa a un jugador por ir con los dos pies para adelante sobre las canillas de otro jugador, también expulsará a otro jugador que repita la misma falta. Entonces, en el partido de hoy, si fue penal la mano de Gastón Díaz, también fue penal la mano de Marcos Pinto. Pero no fue así.
El colmo es la expulsión de Centurión que, por una falta que (digamos por el reglamento) tal vez hubiera merecido la tarjeta roja directa, terminó yéndose de la cancha por doble amarilla, cuando la primera amarilla se le impuso sin causa, producto de una de las jugadas más claramente limpias del partido. Entonces... tengo que concluir que a los árbitros y a la AFA no les interesa aplicar en los partidos de nuestro fútbol el más mínimo sentido de la justicia. Y digo esto para no caer en la sospecha improbable (y no porque no suceda) de que los árbitros están arreglados o que responden a intereses inconfesables y no hacen más que arrojar su honorabilidad a la basura como quien hace un bollo de papel y lo tirá fuera del cesto para beneficiarse personalmente en su carrera o en sus economías.
En el partido pasado, en el clásico de Avellaneda, Racing también perdió por causa de los groseros errores del árbitro Fernando Rapallini. Tanto fue así que la AFA apeló al sentimiento de la vergüenza y lo suspendió por su desempeño. Ningún hincha honesto y enamorado del fútbol puede soslayar esta situación en la que los árbitros y la AFA nos han metido. Pero lo peor no son los errores inducidos y diseñados por el árbitraje dentro de los 90 minutos, sino la falta de respeto y el desprecio al que paga religiosamente las cuotas de socio, al que ahorra para comprarse la camiseta nueva, al que se emociona hasta las lágrimas cuando lleva a su hijo recién nacido a hacerse socio del club de sus amores, al que se levanta temprano los sábados o domingos para ir a la cancha con su familia y paga protestando pero contento la costosa tasa que le impone los organismos de seguridad a los trapitos para ¿cuidar el auto?, al que cuando su equipo pierde le cambia la semana y va al trabajo temprano con la bronca contenida pero que no se enoja con sus amigos, que lo gastan y cargan, porque sabe que tal vez la próxima vez el pueda estar del otro lado. Los árbitros y la AFA deben entender que, con sus negociados e injusticias, no hacen otra cosa que meterle la mano en los bolsillos y ofender el sentimiento del "pueblo fulbolero", lo único que hoy sostiene y hace verdaderamente grande y honesto a nuestro fútbol.
Sergio Carciofi
Socio Nro. 013054-1 de Racing Club de Avellaneda
No hay comentarios:
Publicar un comentario