En la sesión del Honorable Concejo Deliberante de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, del día 19 de junio de 2014, el bloque de concejales del Frente para La Victoria - Partido Justicialista quiso pronunciarse sobre el fallo del juez Griesa de Nueva York que favoreció a los llamados Fondos Buitres y condenó a la Argentina cumplir una sentencia de imposible cumplimiento. El bloque de concejales del GEN-FAP-UCR-FAUNEN interrumpió el pronunciamiento y no dejó que continuara con el argumento de que "no nos interesa escuchar Historia".
A continuación el texto completo:
Es necesario
pronunciarse en el ámbito de este cuerpo deliberativo respecto del fallo del
Juez Griesa en Nueva York, que obliga al Estado Argentino a pagar 1330 millones
de dólares a los llamados Fondos Buitres. Lo que supone, además, que también la
Argentina deberá pagar
al 7% de los fondos especulativos que no ingresaron al Canje del año 2005 ascendiendo la suma, según los cálculos del Ministerio de Economía de la Nación, a 15.000 millones de dólares, más de la mitad de las reservas del Banco Central de la República Argentina.
al 7% de los fondos especulativos que no ingresaron al Canje del año 2005 ascendiendo la suma, según los cálculos del Ministerio de Economía de la Nación, a 15.000 millones de dólares, más de la mitad de las reservas del Banco Central de la República Argentina.
Tal vez se piense que,
porque estamos en Carlos Casares y lejos de todas estas cuestiones, no seamos
destinatarios directos de las consecuencias, al menos en lo inmediato. Sin
embargo, creo lo contrario. No solo estamos dentro de un mundo globalizado e
hiper-comunicado que nos conecta casi simultáneamente con los problemas
nacionales e internacionales, sino que nuestra comunidad, como todas, serán
perjudicadas directas de cualquier perjuicio que pueda derivarse de esta
situación. Aunque tengo confianza en que nuestra clase dirigente actual no
permitirá que nos coloquen nuevamente en uno de los tantos desastres que ya tuvimos
en nuestra historia. Nosotros somos parte de esa clase dirigente y tenemos la
responsabilidad de manifestarnos desde el lugar que nos ocupa. Tal vez merezca
un proyecto de resolución conjunto que bien podemos considerar luego en
comisión.
Sin embargo no se trata
de alarmar a la población ni de dar mensajes apocalípticos que generen miedos y
angustias.
Coincido con las
apreciaciones de economistas como Aldo Ferrer cuando dicen que “se ha armado todo un clima exagerado” y que “el fallo del
juez norteamericano Thomas Griesa no implica el descalabro de la economía
argentina.” Existen muchas posibilidades técnicas y políticas de buscar una
solución a este importante problema.
No
obstante, no podemos dejar pasar ni de perder de vista las causas que originaran
esta situación; porque es la única manera de no volver a repetirlas.
Pero antes
tenemos que decir que este problema financiero y económico es un problema de
todos los argentinos, de la patria y no solo de estado nacional o de un
gobierno. Por eso todas las fuerzas políticas, con algunas vergonzosas
excepciones, han demostrado madurez y patriotismo en acompañar y colaborar con
la soluciones de esta embestida judicial sin precedente, a juzgar por las
consecuencias dañosas que podría ocasionar.
Entre las
causas están las decisiones de hombres que se olvidan de los intereses del
conjunto y privilegian mezquindades y ambiciones económicas personales en
perjuicio de la misma patria. Un claro ejemplo de ello fue nuestro primer
empréstito con la banca inglesa Baring Brothers, gestionado por Lord Parish y
Manuel García y acordado por Bernardino Rivadavia en 1824 y tomado por el
gobierno de la provincia de Buenos Aires, con la excusa de construir el puerto de
Buenos Aires y la red de salubridad. Se dice que fue una contraprestación para
que la Corona Británica acepte reconocer formalmente al Río de La Plata como
Estado Independiente. Reconocimiento que se efectivizó meses después, en
febrero de 1825.
Vale
mencionar los términos de ese empréstito que mantuvo embargado por décadas la
tierra fiscal de la provincia de Buenos Aires y que tuvo que soportar y
terminar de pagar las generaciones que siguieron a Rivadavia y sus
colaboradores.
- El empréstito fue por un millón de libras.
- En garantía se afectó la tierra pública de la provincia de Buenos Aires, es decir todo el campo que no estaba en posesión de los indios. Por esa razón las tierras luego fueron dadas en enfiteusis, o sea a cambio del pago de un canon, porque no se podían dar en propiedad.
- Se colocó al 85% del valor nominal de los títulos
- Con un interés del 6% anual
- Pero los representantes argentinos (Rivadavia, Manuel J. García) sacan una ley para que se coloque al 70% y se quedan con la diferencia, unas 150.000 libras
- El banco reconoce una participación de 30.000 y retiene 120.000 libras
- El empréstito disminuye a 700.000 libras a cambio de endeudarse por un millón.
- Además nuestros representantes admiten que se descuenten de la suma inicial los intereses adelantados por dos años, es decir el 12% del total: 120.000 libras. Quedan 580.000 libras.
- Admiten también que se descuente el 1% del total por la amortización, 10.000. Quedan 570.000 libras.
- Además, como si ya fuera poco, se acepta descontar 17.300 libras en comisiones para Baring y para pagar las 6000 libras del costo del viaje de Rivadavia para cerrar el acuerdo.
- Queda 552.700 libras
- Solo hay registro de que ingresaron al Río de La Plata 20.678 libras, cambiadas por metálico y 140.000 libras en octubre de 1824 a través de obligaciones negociables.
- De los 394.022 libras nada se sabe. Algunos historiadores sostienen que fueron depositados en bancos ingleses a una tasa del 3%, la mitad de la tasa tomada, por “prudencia a mandar dinero a tanta distancia”.
- No se construyó el puerto con ese dinero y se terminó de pagar los primeros años del siglo XX, si no me equivoco en 1904 –recuerdo ahora que Bartolomé Mitre falleció dos años después, en 1906, y que cuando el empréstito se tomó tenía 3 años, para que nos de una idea de lo que implicó y costó este empréstito–
- El valor que finalmente se abonó alcanza a 5 veces el valor nominal, otro dicen 8 veces.
José
Hernández, el autor del Martín Fierro, dirá décadas después (cito textual):
“(…) Hemos estado pagando este empréstito hace muchísimos años, y continuaremos
haciéndolo aún (…) Vamos a pagar, por esta historia de desórdenes y desquicios,
por un empréstito de tres millones de duros, la enorme suma de veinticinco
millones (…) ¿Hay país próspero gobernado de esta manera? ¿No se llama eso
hipotecar, algo más, empobrecer a nuestros hijos?”
---------------------------------------------------------------------------------------------INTERRUPCIÓN
DEL BLOQUE DEL GEN-FAP-UCR-FAUNEN QUE NO PERMITIÓ QUE SIGA CON NUESTRO
PRONUNCIAMIENTO, ARGUMENTANDO QUE "no queremos ni tenemos porqué
escuchar" y "no estamos preparados para contestar". ES DECIR: EN
UN CUERPO DELIBERATIVO NO PERMITIERON DELIBERAR. UN GESTO POR DEMÁS
ANTIDEMOCRÁTICO Y AUTORITARIO, QUE, NO SOLO NO ES PROPIO DE LA TRADICIÓN DEL
RADICALISMO, SINO QUE ESTÁ MUY LEJOS DE ESTAR EN CONSONANCIA CON LA NECESIDAD
DE ESFUERZO CONJUNTO QUE EXIGE LA ENCRUCIJADA QUE ENFRENTA EL PAÍS.
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A continuación, lo que no pudimos decir y lo que no quisieron
escuchar:
Hoy nos
encontramos sufriendo las mismas consecuencias dañosas de empréstitos que, como
Baring Brothers, fueron tomados en
condiciones absolutamente perjudiciales para nuestra patria y para las
generaciones que siguieron. Las causas son las mismas. Hombres desprovistos de
toda responsabilidad y grandeza, pero llenos de ambición y privilegios, obligaron
al pueblo argentino a soportar enormes sacrificios por culpa de sus desmanejos
y, como dice Hernández, “desórdenes y desquicios” que ocasionaron y aún
ocasionan empobrecimiento.
Los títulos
públicos que compraron los llamados Fondos Buitres fueron los que se emitieron
durante el gobierno de la Alianza, en el marco de una renegociación de la deuda
externa que se llamó Blindaje en el año 2000 y Megacanje en el año 2001. Esta
renegociación encarada por el presidente Fernando de la Rúa y llevadas adelante
por José Luis Machinea, Domingo Cavallo, Daniel Marx y Federico Sturzenegger (este
último hoy economista del PRO), llevó al país a una hecatombe económica y
financiera que terminó con el gobierno de la Alianza, empobreció y expulsó del
país a millones de argentinos, ocasionó los sucesos de los días 19 y 20 de
diciembre de 2001 con decenas de argentinos asesinados en las calles y generó
un perjuicio para el país, derivado de los intereses, estimado en 55.000
millones de dólares.
El Blindaje
y el Megacanje, que se promocionaban en ese momento como la salvación del país,
exigía, a la vez, la eliminación de la prestación básica universal, el aumento
de la edad jubilatoria y la reducción del gasto público, entre los cuales
estuvo la reducción de las jubilaciones en un 13 %, llevada adelante por la
ministra de trabajo de ese momento, Patricia Bulrrich. -Todos recordarán la
lucha de los jubilados encabezada heroicamente por Norma Plá, una abuela que,
aún con cáncer, luchó hasta sus últimos días para que le paguen por lo que
trabajó y aportó toda su vida: su jubilación. Solo logró el llanto hipócrita
del ministro de economía-.
Esta deuda
renegociada por Domingo Cavallo había alcanzado en 1976 a 8.000 millones de
dólares, en 1983 a 45.000 millones de dólares y en el año 2000, luego del
gobierno neoliberal de Menem, a 145.000 millones de dólares. El Lord Parish del
Megacanje fue un ex secretario del tesoro de los Estados Unidos, David Mulford,
que se llevó en comisiones 20 millones de dólares y los Baring Brothers de esta
época (Bancos Francés, Santander, Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP
Morgan, Y Credit Suisse First Boston) cobraron comisiones por 150 millones de
dólares, mientras nuestro país se prendía fuego.
El final de
este desastre fue el anunció en suspensión de pago de la deuda externa, el día
24 de diciembre de 2001, por parte de uno de los cinco presidentes que tuvimos
en una semana: Adolfo Rodríguez Saá.
Y volvemos
a las causas. Dijimos que una de ellas tiene que ver con la irresponsabilidad
de nuestros representantes, de hombres que, lejos de dignificar el cargo que
ocupan, más bien se ocupan en defender intereses de grupos privilegiados y
ajenos a los intereses de la nación, y de potenciar sus propias ambiciones.
Pero también hay una explicación que obedece a un proceso histórico, económico
y político, que pone al Estado como actor central de estos manejos financieros.
Entiendo que este tema requiere un esfuerzo de comprensión, pero nosotros, como
concejales y representantes, tenemos el deber de poner las cosas “blanco sobre
negro”, sobre todo en temas tan importantes para nuestra vida cotidiana y
también para el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos, de las futuras
generaciones.
Cuenta
Antonio Gramsci (formidable filósofo político italiano) que luego de la primera
guerra mundial, los ahorristas pasaron a preferir los títulos de los Estados a
cualquier forma de inversión. ¿Y por qué razón? Porque, en un mundo en crisis,
el Estado es el único que le puede garantizar un interés seguro. Hoy el mundo
está en crisis y Estados como el nuestro, que han tenido un crecimiento
económico sostenido por una década, son una gran presa de caza para los fondos
buitres.
De esta
manera, sostiene Gramsci, (cito textual): “El Estado queda así promovido a una
función de primer orden (…) como empresa (…) que concentra el ahorro, que se
pone a disposición de la industria y de la actividad privada, y como inversor a
medio y largo plazo”. Es decir, que el Estado se transforma en un propulsor de
la economía gracias a la confianza de los ahorristas que depositan sus ahorros
al Estado.
Pero…, se
pregunta Gramsci (cito textual): “una vez asumida esta función por necesidades
económicas inevitables, ¿puede el Estado desinteresarse de la organización de
la producción y el cambio, dejarla, como antes, a la iniciativa de la
concurrencia y a la iniciativa privada?
La
respuesta es que, una decisión del Estado que implique no intervenir en la
economía, que lo lleve a no controlar si las inversiones realizadas con el
dinero de los ahorristas son bien administradas o no, puede tener consecuencias
desastrosas. Porque no intervenir, no cuidar el dinero confiado por los
ahorristas al Estado, desavaloriza los títulos públicos emitidos, sea por la
inflación o cualquier otro medio. Pero, además, están en juego el verdadero
crecimiento de un país que, como dice Gramsci (cito textual): “No se trata
sólo, en efecto, de conservar el aparato productivo (…); se trata, además, de
reorganizarlo para desarrollarlo paralelamente con el aumento de la población y
de las necesidades colectivas. Precisamente en estos desarrollos necesarios se
encuentra el riesgo mayor de la iniciativa privada (…)”
Y este es el punto central del problema: el
neoliberalismo, que sufrimos en la década del 90´ con el menemato, no quiere la
intervención estatal en la economía, porque quiere que sus títulos, los títulos
del Estado, se desvaloricen para poder comprarlos y luego esperar los procesos
de crecimiento para hacerse de ganancias extraordinarias como no existen en
actividad productiva alguna. Saben que un país siempre buscará recuperarse,
porque de otro modo desaparecería o sería intervenido como Haití. Los
especuladores se aprovechan de los tenedores originarios, de los que confían en
el Estado y compran títulos baratos de un estado en crisis, como lo hicieron por
medio de las AFJP, y buscan esperar el momento de cobrar, como es el caso de
los Fondos Buitres. Todo comerciante inteligente sabe que lo más importante para
un acreedor es tener a un deudor solvente, y un Estado recuperado como el
nuestro con una deuda que representa el 40% del PBI, como ya dije, es una
formidable presa de caza.
Gramsci ya
lo decía en los años 30 (cito textual): “Si el ahorro parasitario, gracias a la
garantía estatal, no tuviera ya que correr ni los riesgos generales del mercado
normal, la propiedad parasitaria de la tierra se robustecería y, por otra
parte, las obligaciones industriales, con un dividendo legal, gravarían aún más
aplastantemente el trabajo”. Ejemplo de lo primero fue la enorme concentración
de la tierra en pocas manos y, de lo segundo, la burbuja financiera de los
créditos de segunda clase que desató la crisis internacional hace unos años.
En resumen,
vivimos sometidos a la paradoja perversa que nos impone el neoliberalismo: el
Estado debe endeudarse en el mercado, pero no puede intervenir en el mercado.
El Estado debe pagar con nuevo préstamos del mercado, pero no puede intervenir
en el mercado para desarrollarse y pagar con recursos propios.
En
definitiva, el Estado debe ser, para el neoliberalismo y los fondos
especulativos, solamente un garante político de sus formidables negocios
financieros. Pero jamás el Estado puede transformarse en un actor económico que
genere desarrollo y distribución de la riqueza como un verdadero inversor a
medio y largo plazo. Porque si el Estado paga, no hay deuda. Y si no hay deuda,
no hay especulación financiera.
A la luz de
lo que hemos dicho, el fallo del juez Griesa que favorece a los Fondos Buitres toma
claridad y sentido en sus objetivos: ordena pagar para que el Estado Argentino
deje de pagar. Porque se sabe que el fallo es de imposible cumplimiento y
coloca a la Argentina nuevamente en situación de default. Así el sistema
financiero internacional logra mantener deudor a un Estado soberano y, en
consecuencia, a mantener en el carril de los negocios financieros a los demás Estados
que se atrevan a copiar a la Argentina.
En los
últimos diez años el Estado Argentino recuperó su presencia en el mercado,
reestructuró su deuda histórica con una adhesión del 93,4% de los acreedores,
pagó totalmente la deuda del país con el FMI y se transformó en garante, no de
la especulación, sino de los intereses del pueblo argentino.
Muchas
cosas se han hecho bien, otras no tanto, pero lo cierto es que, mal o bien,
todos juntos logramos salir de ese infierno que fue la crisis del 2001. Ahora estamos
en otras condiciones, podemos manejar nuestro destino y podemos todos juntos,
con la voluntad de todas las fuerzas políticas, continuar el camino del
desarrollo y la inclusión, pero sí y solo sí no perdemos de vista lo siguiente:
primero, como decía don José de San Martín a los argentinos: “En nombre de
vuestros propios intereses os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan
por vuestra salud, de los que meditan vuestra ruina.”; y, segundo, solamente un
Estado presente en el mercado, en la vida de todos sus administrados, puede ser
un Estado solvente que sabe administrar sus cuentas y honrar sus deudas, y
también, fundamentalmente, ser actor y garante del desarrollo y la inclusión
para hoy y para el futuro de nuestro hijos.
Hoy nuestros
hijos juraron la bandera, mañana recordaremos a un gran hombre de nuestra
patria, Manuel Belgrano. Por su memoria, por su lucha, por nuestro porvenir,
trabajemos juntos, aunemos esfuerzos, empujemos apoyando y alentando la defensa
de los intereses de la patria en esta dura negociación que enfrentamos para que
en el futuro, cuando nuestros hijos, que hoy hicieron su juramento patriótico,
puedan orgullosos ver a nuestra bandera digna y bien alta en el cielo.
Muchas
gracias.
Sergio Carciofi,
concejal FPV-Partido Justicialista
de Carlos Casares
1 comentario:
Es increìble la falta de respeto de los que te interrumpieron y de los de TU PROPIO BLOQUE QUE NO SALTARON COMO HIENAS A DEFENDERTE!! Què es eso? Con què se come? Estoy podrida del retroceso en las actitudes y pràcticas democràticas, por parte de casi todos los sectores polìticos. Despuès el gen, puf, paf, animalen, floren, faunen hablan de la libertad de expresiòn. Andààààààà....
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