Volvió la
presidenta Cristina. Y, en su ausencia de más de un mes, para los hombres de
buena voluntad que pisan el suelo patrio la incertidumbre fue una: y si no
vuelve, ¿quién llevará a cabo las grandes ideas gestadas en esta última década?
Antonio
Gramsci, en sus cuadernos de 1930, decía que “las ideas son grandes en cuanto
son realizables” y que la aplicación de esas ideas a través de las leyes y
reglamentos “indican la real estructura política y jurídica de un país y de un
Estado”, (Ley de medios, Ley de movilidad jubilatoria, AUH, Ley de
financiamiento educativo, Ley de identidad de género, etc., etc., etc…) De modo
que, en términos gramscianos, la preocupación que planteamos tiene muy buenas
razones porque, además (y esto es lo que parece decisivo en los tiempos que
corren): “el estadista de categoría intuye simultáneamente la idea y el proceso
real de actuación”.
Por lo
tanto, y al parecer, la intuición del gobernante es de vital importancia
política. Y, si esto es así, no cualquiera está en condiciones de guiar los
destinos de un país, al menos en lo que refiere a la realización de grandes
ideas.
La ausencia
forzosa, por razones de salud, de la presidenta coincidió con la última etapa
del proceso eleccionario (que renovó concejales y diputados y senadores
provinciales y nacionales), por cuanto pudimos oír a innumerables “proyectistas
charlatanes” (así los llama Gramsci) lanzando desarticuladas ideas impracticables
y que en nada coinciden con la realidad. Al pasar podemos mencionar la
propuesta dostoyevskiana
de “un crimen, un castigo” difundida sin explicación alguna por Francisco De
Narváez; o el llamado aparentemente sentido de Sergio Massa de "dejar de
lado la mezquindad política y trazar un plan como país a diez años", para
que "gobierne quien gobierne, las políticas continúen" (Tiempo
Argentino, 21.10.2013), sin explicar a qué políticas se refiere y, en su caso,
cómo y cuándo las llevaría a cabo. No podemos dejar pasar “la rosca electoral”
de Mauricio Macri y su agrupación (PRO), de llevar tres candidatos en la lista
de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires sin ningún acuerdo programático
y con el sola intención de "trabajar juntos en la provincia y ponerles un
límite a los Kirchner" " (Mauricio Macri en Tiempo Argentino, 18.07.2013)
¿Límites?, ¿cuáles?, ¿cómo?, ¿por qué?..., no se sabe o nunca queda del todo
claro. Esto sin mencionar las declaraciones relacionadas con la enfermedad de Cristina
Kirchner, por parte de candidatos que se dicen progresistas y que no hacen más
que progresar día a día en el ridículo y la vergüenza ajena, como es el caso de
Victoria Donda y su tristísima comparación de la presidenta con una planta.
Y, ante este
festival de charlatanerías políticas, los buenos hombres y mujeres tienen razón
en plantearse seriamente la pregunta inicial, que se reformulan día a día, minuto
a minuto, diciéndose a sí mismos: no hay nadie que la reemplace, un candidato
es más impresentable que otro, ¿cómo puede ser que no haya uno capaz?
No sabemos
si lo hay. Y si lo hay, por ahora no aparece. Lo que sí sabemos es que hay charlatanes
desprovistos de toda intuición política, y como sostiene Gramsci “son
charlatanes precisamente porque no saben ver los vínculos de la gran idea lanzada con la realidad
concreta, no saben establecer el proceso real de actuación”.
Ayer volvió
la presidenta y todos estamos aliviados. Algunos descargaron en el llanto la
tensión que fue creciendo en sus gargantas ante la incertidumbre del futuro,
otros gritaron su reaparición como un
goool! Pero ya pasó. Las grandes ideas que transformaron la Argentina en la
última década todavía tienen al frente a una gran política y estadista, capaz
de intuir simultáneamente idea y ejecución. Al menos por dos años (que no es poco)...
Sergio
Carciofi
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