Molina, vice-presidente de Racing, Viola y Centurión |
Iniciamos el año y comienza el Torneo
Final (?). Y en Racing se renuevan las expectativas, las esperanzas. Nada más.
Sin embargo, como siempre, y siempre que se inicia un nuevo torneo, a nosotros,
los hinchas académicos, nos comienza a recorrer, frenéticamente a correr esas
ganas…, esa intuición, necesidad, casi certeza de que esta vez sí, ¡este es el
año, Academia! Ahora se nos va a dar, vamos a dar la vuelta. Tenemos
con qué, parece que tenemos con qué. No, no analizamos mucho. Tratamos de no
analizar. Confiamos. Esta es la palabra:
confiamos. Confiamos en que podemos. Nos vemos por la calle -entre los hinchas digo-, nos cruzamos en la calle con las camisetas, y nos gritamos como si fuéramos hermanos (somos hermanos o vivimos tantas cosas en el mismo lugar, en el cilindro, que parece que nos conocemos como hermanos)… Nos cruzamos, digo, y nos gritamos: ¡vamos Academia!, ¡vamos Racing! Y seguimos caminando y ya no es igual el día. No es igual porque en ese saludo saltó la chispa racinguista que es un fuego que no se va a apagar durante el día, la semana, el mes…, no se va disminuir hasta que no entremos al Coliseo a saltar y gritar: ¡esta campaña volveremos a estar contigo! Por eso la Guardia Imperial es única, por eso somos la número uno: porque alentamos toda la semana, todos los días, cada minuto, segundo… Somos hinchas de Racing cada instante de nuestra existencia… Es lo que me pasa ahora, me pongo a escribir esto porque ya no soporto esperar hasta el domingo para ir a la cancha. Aunque este domingo no juegue en el Estadio Único de Avellaneda. Jugamos afuera, con Rafaela. Pero es lo mismo para mí. No, es peor. Necesito estar frente al televisor, solo. Sin nadie que no sea fanático de Racing (bueno, si sos de Racing, sos fanático. Más que eso) Solo con mis cábalas, necesito estar solo para ver el partido. Un partido al que tendríamos que haber llegado con Viola y Centurión. Y a esto quiero llegar: ¿no era que los pibes no se venden? ¿Los dirigentes de hoy no prometieron que si llegaban a gobernar al primer grande de la historia, los pibes no se vendían? Yo los voté por eso. Les di mi confianza porque ¡los pibes no se venden! Porque son los únicos que transpiran la camiseta, porque juegan con el alma y a cambio de nada y de todo. Y estos pibes, Viola y Centurión, juegan muy bien, la rompen. La rompen hasta que aparece un representante. Alguien que les dice: “aflojá pibe, no te rompas. Mirá que tenés un futuro bárbaro y yo en seis meses, si te cuidás te coloco en Europa, sabés…” Entiendo que la cosa es así, pero ahora tenemos dirigentes que no se dejan embadurnar por los representantes, que saben manejar la cosa, que toman las precauciones del caso para que los pibes no se vendan. Eso pensaba, eso prometieron. Pero no: estos dirigentes prometieron lo que de antemano sabían que no cumplirían. Porque cuando aparece la tarasca a los dirigentes, sean cuales fueren, les chupa un huevo si esos pibes son la clave para salir campeón o no. Lo único que tienen en mente es la tarasca. Y te dicen: “es una oferta imposible de rechazar”, “no lo podemos retener”. “Al club le van a entrar cuatro, cinco millones de euros”, después te dicen –dicen los periodistas- al club le quedarán tres millones de euros”, ¿cómo no eran seis y medio?, nos preguntamos. “Nooo…”, dicen y te vuelven a decir como si desde el primer momento hubiera estado todo claro: “tres le quedan limpios al club, además, que los hinchas se queden tranquilos porque vamos a exigir que el pibe se quede seis meses más. Ya tenemos la cláusula preparada…” Y a nosotros, los hinchas de Racing que bancamos décadas sin salir campeón, que nos bancamos la B, la quiebra y que siempre llenamos la cancha aún sin jugar, que carajo nos importan los millones, si a esos millones no lo vamos a ver nunca y no sirven ni siquiera para mantener a nuestros pibes de la inferiores jugando. Y no me vengan con eso de que las cuentas del club y que tenemos grandes proyectos. Los proyectos se hacen, no se prometen. Lo dijo Perón, el que nos hizo la cancha: mejor que prometer es realizar. Perón no nos prometió la cancha, la hizo. Si es cierto que toda esa fortuna de guita que entra nos va a cambiar la vida como club, pues bien, que los dirigentes traigan a Gago o que inviertan para mantener a Vietto y Fariña hasta que cumplan treinta años y cada uno haya dado al menos cinco veces la vuelta olímpica con el club, y jueguen en la selección y sean campeones del mundo en Brasil, ¿por qué no? Sin embargo, lo que los dirigentes hacen es todo lo contrario: venden a los pibes después de que jugaron seis meses en la primera. Los clubes que se los llevan los ponen de suplentes, no juegan. Cobran pero no juegan y se quieren ir…, o los clubes los tratan de colocar en otro club para sumar minutos y así tratar de no desvalorizarlos. Hasta que el club, propietario de los derechos del pibe, le dice a Racing: “ché no te lo querés llevar a préstamo, sin opción, y la guita que te debo la compensamos y de paso el pibe vuelve al club un tiempito más”… Es lo que trataron de hacer con Viola. Lo vendieron y ahora lo quieren traer a préstamo a cambio de la guita que le deben al club. Entonces el pibe ya no es el pibe de Racing, es el pibe de otro club y/o representante que vaya a saber quién carajo es, pero que seguramente será el que se lleve todo el dineral del futuro pase, y todo gracias a que el club lo formó, lo puso en primera, lo vendió, lo trajo de vuelta a préstamo para que después se vaya sin dejar nada de nada en el club y todo en el bolsillo de otros…
confiamos. Confiamos en que podemos. Nos vemos por la calle -entre los hinchas digo-, nos cruzamos en la calle con las camisetas, y nos gritamos como si fuéramos hermanos (somos hermanos o vivimos tantas cosas en el mismo lugar, en el cilindro, que parece que nos conocemos como hermanos)… Nos cruzamos, digo, y nos gritamos: ¡vamos Academia!, ¡vamos Racing! Y seguimos caminando y ya no es igual el día. No es igual porque en ese saludo saltó la chispa racinguista que es un fuego que no se va a apagar durante el día, la semana, el mes…, no se va disminuir hasta que no entremos al Coliseo a saltar y gritar: ¡esta campaña volveremos a estar contigo! Por eso la Guardia Imperial es única, por eso somos la número uno: porque alentamos toda la semana, todos los días, cada minuto, segundo… Somos hinchas de Racing cada instante de nuestra existencia… Es lo que me pasa ahora, me pongo a escribir esto porque ya no soporto esperar hasta el domingo para ir a la cancha. Aunque este domingo no juegue en el Estadio Único de Avellaneda. Jugamos afuera, con Rafaela. Pero es lo mismo para mí. No, es peor. Necesito estar frente al televisor, solo. Sin nadie que no sea fanático de Racing (bueno, si sos de Racing, sos fanático. Más que eso) Solo con mis cábalas, necesito estar solo para ver el partido. Un partido al que tendríamos que haber llegado con Viola y Centurión. Y a esto quiero llegar: ¿no era que los pibes no se venden? ¿Los dirigentes de hoy no prometieron que si llegaban a gobernar al primer grande de la historia, los pibes no se vendían? Yo los voté por eso. Les di mi confianza porque ¡los pibes no se venden! Porque son los únicos que transpiran la camiseta, porque juegan con el alma y a cambio de nada y de todo. Y estos pibes, Viola y Centurión, juegan muy bien, la rompen. La rompen hasta que aparece un representante. Alguien que les dice: “aflojá pibe, no te rompas. Mirá que tenés un futuro bárbaro y yo en seis meses, si te cuidás te coloco en Europa, sabés…” Entiendo que la cosa es así, pero ahora tenemos dirigentes que no se dejan embadurnar por los representantes, que saben manejar la cosa, que toman las precauciones del caso para que los pibes no se vendan. Eso pensaba, eso prometieron. Pero no: estos dirigentes prometieron lo que de antemano sabían que no cumplirían. Porque cuando aparece la tarasca a los dirigentes, sean cuales fueren, les chupa un huevo si esos pibes son la clave para salir campeón o no. Lo único que tienen en mente es la tarasca. Y te dicen: “es una oferta imposible de rechazar”, “no lo podemos retener”. “Al club le van a entrar cuatro, cinco millones de euros”, después te dicen –dicen los periodistas- al club le quedarán tres millones de euros”, ¿cómo no eran seis y medio?, nos preguntamos. “Nooo…”, dicen y te vuelven a decir como si desde el primer momento hubiera estado todo claro: “tres le quedan limpios al club, además, que los hinchas se queden tranquilos porque vamos a exigir que el pibe se quede seis meses más. Ya tenemos la cláusula preparada…” Y a nosotros, los hinchas de Racing que bancamos décadas sin salir campeón, que nos bancamos la B, la quiebra y que siempre llenamos la cancha aún sin jugar, que carajo nos importan los millones, si a esos millones no lo vamos a ver nunca y no sirven ni siquiera para mantener a nuestros pibes de la inferiores jugando. Y no me vengan con eso de que las cuentas del club y que tenemos grandes proyectos. Los proyectos se hacen, no se prometen. Lo dijo Perón, el que nos hizo la cancha: mejor que prometer es realizar. Perón no nos prometió la cancha, la hizo. Si es cierto que toda esa fortuna de guita que entra nos va a cambiar la vida como club, pues bien, que los dirigentes traigan a Gago o que inviertan para mantener a Vietto y Fariña hasta que cumplan treinta años y cada uno haya dado al menos cinco veces la vuelta olímpica con el club, y jueguen en la selección y sean campeones del mundo en Brasil, ¿por qué no? Sin embargo, lo que los dirigentes hacen es todo lo contrario: venden a los pibes después de que jugaron seis meses en la primera. Los clubes que se los llevan los ponen de suplentes, no juegan. Cobran pero no juegan y se quieren ir…, o los clubes los tratan de colocar en otro club para sumar minutos y así tratar de no desvalorizarlos. Hasta que el club, propietario de los derechos del pibe, le dice a Racing: “ché no te lo querés llevar a préstamo, sin opción, y la guita que te debo la compensamos y de paso el pibe vuelve al club un tiempito más”… Es lo que trataron de hacer con Viola. Lo vendieron y ahora lo quieren traer a préstamo a cambio de la guita que le deben al club. Entonces el pibe ya no es el pibe de Racing, es el pibe de otro club y/o representante que vaya a saber quién carajo es, pero que seguramente será el que se lleve todo el dineral del futuro pase, y todo gracias a que el club lo formó, lo puso en primera, lo vendió, lo trajo de vuelta a préstamo para que después se vaya sin dejar nada de nada en el club y todo en el bolsillo de otros…
El
próximo fin de semana comienza un nuevo torneo. Las esperanzas están intactas,
realmente siento que este es el año, Academia. Como lo serán todos los años que
vengan, aunque salgamos campeones, el nuevo año será siempre el año, Academia.
Pero esta vez los que amamos los colores pensemos y no perdamos de vista que a
los hinchas de Racing no nos cumplieron lo prometido: nos vendieron a los
pibes.
Sergio Carciofi
Socio nº 13054-1
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