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-Ajá!
Tarea más bien inútil supongo yo, unir lo que está destinado a vivir separado, a pensar diferente, a guardar cierto rencor y/o cierta distancia. Al fin y al cabo las brechas no se construyen de la nada, tienen que ver con décadas de sometimiento de un sector económico sobre otro, de una ideología sobre otra, de un grupo social sobre otro. Es curioso que cuando el péndulo de la política se apoya en los sectores mas poderosos de la sociedad y juntos deciden la suerte de los menos favorecidos nadie habla de grieta, todo está en orden, la situación es ideal, pero cuando estos últimos logran, si no el predominio, cierto grado de atención y protagonismo y el péndulo de la política se apoya en ellos, aparecen oportunamente las brechas y las grietas. Yo creo que la mejor forma de solucionar este inconveniente destinado a dinamitar cualquier intento de ser un país serio y previsible es dividir la Argentina en dos, convocar a los mejores agrimensores, geólogos, topógrafos, cartógrafos y cebadores de mate y crear una comisión que se aboque a la tarea de trazar una línea recta, casi podríamos decir con cierta inclinación, oblícua, que vaya de norte a sur de la patria, entrando desde la mitad de Formosa y saliendo al sur de Santa Cruz, dividiendo el mapa de la argentina en dos partes tan iguales como sea posible. A partir de ahí, los que piensan de determinada manera deberían mudarse o mantenerse de la línea divisoria para acá y los que piensen de la otra manera, de la línea divisoria para allá, con fronteras, aunque vigiladas, permeables a las migraciones tanto sea por cambio de ideología, cambio de aires, vacaciones o joder nomás. Por una cuestión histórico sentimental podría ser que desde el límite hacia Chile, en la mitad occidental, se ubique la población con una identificación política liberal, conservadora o de derecha y del límite hacia Brasil o Uruguay, en la mitad oriental, la población con ideas socialistas, progresistas o de izquierda. Así los que deban mudarse al otro lado deberán vender, alquilar, cambiar, prestar o conservar cerradas a modo de inversión o por posible arrepentimiento las propiedades que no sea posible trasladar y llevarse todo lo susceptible de ser trasladado. No debe quedar nadie que piense de determinada forma en la mitad equivocada. Una vez instalada la población, cada mitad de país deberá darse su propia organización política, social y económica de acuerdo a lo que su ideal de sociedad le señale. Quienes crean que la política no sirve para otra cosa que mantener ladrones, pues bien, no elegirán representantes, ni diputados, ni senadores y quienes crean en la importancia del debate de ideas y de la representación ciudadana, sí los elegirán. Quienes crean que la seguridad se soluciona con represión invertirán en cárceles y policía y quienes crean que la seguridad se soluciona con educación invertirán en escuelas y en inclusión social. Quienes crean en la intervención virtuosa del estado en la economía actuarán conforme a sus premisas y quienes crean que el mercado soluciona y equilibra las relaciones económicas reducirán al máximo el intervencionismo estatal. Quienes se declaren creyentes mantendrán iglesias y organizaciones clericales mientras quienes se declaren ateos dejaran de proveer al sostenimiento de un culto oficial. Quienes crean que el país necesita exportar valor agregado invertirán en tecnología e industrias mientras quienes consideren que se debe mantener la tradición agroexportadora seguirán exportando materias primas. No es posible un país donde tengan razón simultaneamente Macri y Pitrola, Binner y Rodriguez Saa, Redrado y Milagros Sala. Así, con un pais dividido, en muy poco tiempo seguramente asistiremos al éxito de una mitad y al fracaso de la otra, al éxito de las dos o al desastre de las dos. Yo particularmente creo que van a primar las alternativas mas tenebrosas: posiblemente cada mitad asista a una batalla interna por cierto predominio y se subdivida hasta la eternidad o quizá la brecha se irá ampliando de tal manera que todos, tarde o temprano, caeremos dentro. Definitivamente.
Enrique Buracco
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