LA
MARAÑA
De César Eloy y Marti Delavalle
Con Marti Delavalle, Anetta Zacarian y Verónica
Santángelo
Teatro el Tinglado
Jueves, 21 hs
¿Qué es eso que está
en escena? ¿Qué estoy viendo? ¿Una casa de muñecas desvencijada, apolillada,
abandonada en un rincón de un mercado de pulgas? La muñeca pepona está
barriendo la casa, arrastra los pies, está agotada. Putea. La Barbie decadente
parece una momia de las catacumbas de los monjes capuchinos. No puede caminar,
ya. Todo tiene una, dos, tres capas de polvo. Hasta el cartón de leche
(vencida). La pepona quiere morir, pero ya ni una muerte digna le queda: le
encantaría que la araña de cristal de Murano se le clave en la cabeza, pero la
empeñaron. Vendieron todo.
No son muñecas, son
dos primas: Norma Emperatriz Russo, ex niña prodigio que sufre las
consecuencias de una polio fulminante; y Diana, que vive con ella desde chica.
Norma quiere recuperar el tiempo perdido y que un representante de artistas la
redescubra. Diana ya no cree en nada. Putea.
Pero siempre hay un
día… y aparece una tercera muñeca. Una tercera mujer. Más entera, más joven, no
menos sufrida pero más autónoma y energética. Una Annie de comedia musical, una
representante de artistas, una monja, una mucama, una sacerdotiza, una… ¿qué?
¿quién es Fanny Guerra? ¿Una estafadora profesional? ¿La mentira encarnada? ¿La
mentira que –paradójicamente– va a hacer estallar esta maraña de mentiras y
ocultamientos amasada a lo largo de los años, a través de estas infancias
dolorosas y descarnadas, abandonadas y maltratadas?
La Maraña cuenta con
tres actuaciones impecables y fluidas, para encarnar a tres personajes que son
tres mundos terribles, llenos de conflictos, de pasados-pesados, de presentes y
de puertas al futuro. Y el texto… EL TEXTO… ¡Volvió EL TEXTO! Volvió la obra de
teatro larga, donde hay texto,
palabra, toda con un sentido profundo. El texto que nos obliga o a ver la obra
varias veces o a comprar el libro, porque se nos escapan cosas en la inmediatez
de la función. Y volvió la emoción, que está bastante ausente en el teatro off,
donde todo es acción (casi deportiva) llena de entradas y salidas y gestos
efectivos. No. La Maraña es una obra muy ambiciosa, muy pretenciosa, muy
grande.
Y creo que cumple
perfectamente con esas pretensiones, sin duda gracias al trabajo y la entrega
de un director joven, César Eloy, que presenta esta ópera prima magnífica y
magnánima. Para el Teatro Cervantes, para el San Martín. Para todos los
festivales, de acá y de allá. Eloy se luce en una dirección impecable que está
en cada detalle de la escenografía, el vestuario, las luces, el sonido, la
utilería, los movimientos. Se da el lujo de desplegar a lo grande una estética
propia, y no le importa nada: ni los temas, ni el lenguaje ni nada de lo que
está de moda y satura hoy la escena independiente.
Intuyo que La Maraña
va a ser una obra de arte realmente trascendente.
Carina Kosel
1 comentario:
La vi ayer y me encantó... Tiene un clima de pesadilla muy logrado. Me remitió a la gran película "Qué pasó con Baby Jane?", con Bette Davis como niña actriz ya avejentada. Gracias por recomendar esta gran obra!
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