Teatro Metropolitan 2. - Avenida Corrientes 1343
La obra Filosofía de Vida es palabra pura. Tres
actores enormes - Alfredo Alcón, Claudia Lapacó, y Rodolfo Beban – se trenzan
en un esgrima verbal de dos horas, desgranando definiciones sobre el lugar que
ocupan el conocimiento, la vida académica, los vínculos y, por sobre todas las
cosas, el amor. Acompañados por los jóvenes actores Alexia Moyano y Marco
Antonio Caponi, la obra funciona con la perfección de un mecanismo de
relojería.
El texto de Juan Villoro, llevado a
las tablas por Javier Daulte, explora el mundo público y privado de dos
profesores de filosofía quienes se reencuentran, reavivando viejas rencillas,
teñidas de envidia y celos personales y profesionales. Este encuentro es la
excusa perfecta para regalarnos un debate de cuestiones existenciales que
combina citas de celebres filósofos con desopilantes gags. En Filosofía de Vida
no hay solemnidad ni aburrimiento: hay reflexión y carcajadas.
La obra es comparable a la
experiencia de ver una de las viejas y (buenas) películas de Woody Allen, con
un Alcón neurótico, fóbico y ácido y una Lapacó deliciosa y llena de matices,
devolviendo cada uno de sus dardos con un timing perfecto. Hasta la música
elegida para acompañar y dividir las escenas - delicadas piezas de jazz- parece extraída de los filmes de Allen.
En Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes define al ser
amado “como “átopos", es decir como inclasificable, de una originalidad
imprevisible. Es átopos el otro que amo y que me fascina. No puedo clasificarlo
puesto que es precisamente el Único, la Imagen singular que ha venido
milagrosamente a responder a la especificidad de mi deseo. Es la figura de mi
verdad.” Es esta búsqueda de la clasificación, de la comprensión del lugar que
el ser amado ocupa en nuestras existencias la que subyace en los diálogos de
Villoro.
Me permito sugerirle un juego al
espectador: en cualquier momento durante la obra, cierre los ojos y déjese
llevar, sin mayores distracciones, por la fuerza de esas voces y la
contundencia de esas palabras. Verdadera música clásica para el alma.
Federico Gascón
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