jueves, 13 de octubre de 2011

RECOLECCIÓN DE PRINCIPIOS: "¿Y dónde están ahora los periodistas políticos?", por Laura Yussen

Los periodistas políticos solían ser gente que amé. Ellos y ellas, eran capaces de leer aristas ceñidas de la realidad y traducirlas para quienes carecemos de esa agudeza de los sentidos. Ellos y ellas, en una redacción abarrotada de papeles, libros y lámparas viejas de escritorio, con una Olivetti Lettera, me sorprendían gratamente al mostrarme qué había más allá del velo de las propias interpretaciones.
Los periodistas políticos eran seres misteriosos que consultaban sus secretos consigo mismos y meditaban al tiempo que se balanceaba el café dentro de la taza. Eran hombres y mujeres con códigos que escribían acerca de sus verdades pero respetaban las verdades de los otros.
Eran una étnia literaria que sabía contar crónicas de pasillo, que encontraban el detalle no sabido en medio de una trifulca legislativa, que jugaban a los crucigramas de la realidad, pero entre líneas siempre nos dejaban algo en qué pensar.
Ellos y ellas tenían estilo propio, tenían olor a tinta, tenían instinto de investigación, eran detectives encubiertos con armas poderosas: libreta, bolígrafo y memoria.
Pero algo sucedió y comenzó el éxodo o la extinción. La mayoría han devenido en escribientes de pacotilla que reportan en otras sedes o que recelan los cajones de la cómoda de un almacén.
No aman lo que hacen. Odian a sus detractores. Desconocen el significado de su propio decálogo. No descubren, ni desvelan, ni sorprenden ni tienen el más pequeño ápice de rebeldía.
Ellos y ellas están literalmente perdidos para una generación que necesita nuevos referentes. Alardean de su inserción tecnológica. Tienen olor a obsecuencia. Abandonaron la picardía, la audacia, la investigación minuciosa. Perdieron la capacidad para dialogar. Desconocen el significado de términos como consenso, proyecto y pueblo.
Estos periodistas políticos, o una gran mayoría, han renunciado a la intelectualidad para admitir quienes son: no pueden decir qué intereses políticos defienden e intentan aparecer transparentes aunque son obscenamente opacos.
Pero lo que más desamor me ha traído es leer esas crónicas anémicas que destratan al ciudadano común, desconocen sus elecciones y su capacidad de transformación social y carecen de todo tipo de imaginación a la hora de enfrentar el debate sobre las Instituciones.
He leído cosas como “la viuda de Kirchner” en lugar de la “Presidenta de la Nación”. He leído fábulas sobre espectáculos monumentales que hacen perder la razón democrática a los electores y me he cansado de leer sobre la idiotez humana del ser argentino ¿Tan difícil es llamar a cada cosa por su nombre?
Señores y Señoras periodistas. Esta es mi carta de despedida. El amor y la pasión se fue. Ha llegado la hora de mirar la realidad con nuestros propios ojos, con nuestra falta de agudeza, con nuestra poca inteligencia, con nuestra incapacidad para entender y decodificar.
Y como única postdata quiero decirles que hay cosas más importantes que su inteligencia. Hay cosas más fundamentales que tener una élite que nos explique y nos guíe. Hoy, al salir de casa y mirar los ojos de un barrendero recordé el significado de la vieja palabra dignidad. Hay algo en construcción. Si nos dan la espalda, no los necesitamos.

Laura Yussen 12/10/2011

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